Los derechos de la mujer en las sociedades musulmanas y cristianas actuales


Los derechos de la mujer en las sociedades musulmanas y cristianas actuales: 

Reflexiones sobre la tradición religiosa, la presión laica  y la discriminación

Carlos Orlando Santana G.[1]

En la cultura de la sociedad contemporánea hipertecnologizada en un capitalismo globalizado controlado por el calculador sector financiero, las tradiciones sobreviven, se recrean y se expresan en cada sociedad de forma diferenciada. Los valores de la modernidad laica occidental se nos presentan como fundamentales para el modelo democrático que señala el sueño ilustrado de la libertad, la igualdad y la fraternidad, que debería acoger a todos los miembros de la sociedad incluyendo, por su puesto, a la mujer. Pero evadiendo hacer una crítica a esta utopía ilustrada (por ejemplo la fraternidad con esto del neoliberalismo está prohibida por los discursos dominantes de ganancia desmesurada y crecimiento destructivo de naturaleza) es evidente que existen  paradójicos valores heredados del pasado tradicional. Uno de esos atávicos valores, que no han sido superados plenamente por las sociedades liberales modernas es el patriarcalismo y su expresión más conspicua: el machismo.


Las sociedades modernas occidentales europeas y americanas (incluidas las latinoamericanas) esencialmente cristianas (católicas, protestantes, anglicana, ortodoxas) llegaron racional y revolucionariamente al un modelo de sociedad laica democrática liberal, pero existe con diferentes grados de reconocimiento de los derechos y maduración de un Estado de Derecho que ha permitido una tenebrosa cohesión social, conservando privilegios e inequidades.

Uno de esos aspectos es la discriminación patriarcal de la mujer. Y hay que recordar que estos avances de la modernidad racional laica son diferentes en cada sociedad, y esto se vincula principalmente, aunque no únicamente, a la religión, ella por sí misma importante herencia y patrimonio cultural, pero que muestra continuamente varios rostros luciferinos en iglesias fundamentalistas  y sectas cristianas protestantes.

De otra parte, en las sociedades contemporáneas modernas herederas de la tradición islámica que se extienden por Asia y África, el proceso de separación del Estado de las iglesias, conocido como la laicización de los Estados, se ha desarrollado de manera diferencial. No es lo mismo en Turquía, oficialmente Estado laico al estilo europeo desde 1924, donde la fe religiosa Islámica, en sus diferentes versiones, es superior al 98% (Datos macro.com 2020), a el caso de Arabia Saudita, donde  la adhesión a la religión Islámica también supera el 95 % de la población, pero dirigida por una Monarquía Teocrática musulmana, que vulnera abiertamente los derechos. 

Los monarcas Sauditas, de orientación Sunita, imponen y cuidan rigurosamente que las normas patriarcales tradicionales religiosas que rigen la familia y la vida cotidiana se cumplan. recordemos que estableció desde 1940 una policía religiosa coordinada desde el Comité para la Promoción de la Virtud y la Prevención del Vicio o Haia, que se dedica a hacer cumplir en las calles la ley islámica, Sharia, relacionadas con las formas de vestir de la mujer exigiendo la utilización de la Abaya o manto negro, la separación de hombres y mujeres en espacios públicos, utilización de turbantes y barba en hombres y hasta hace poco la prohibición a la mujer de manejar automóvil o del uso de teléfonos con cámara, con el pretexto de proteger la dignidad de la mujer.

Debemos mencionar que en países fundamentalistas islámicos las medidas contra la libertad de la mujer y por su puesto contra cualquier forma no tradicional musulmana de comportamiento humano, son muy fuertes. En algunos caso, como Arabia Saudita o su rival revolucionario, la República Islámica de Iran, de orientación Shiita, aún entendemos es muy fuerte la discriminación contra la mujer, mientras que en otros la segregación oficialmente es más laxa, como en los casos del reino de Marruecos, Egipto o de la República de Turquía, donde se han desarrollado movimientos feministas que, a diferencia de occidente,  buscan fundamentarse en luchas anticoloniales y en interpretaciones jurídicas de los preceptos religiosos contenidos en El Corán, que, paradójicamente, reconoce la igualdad entre hombres y mujeres, pero al mismo tiempo da fundamento a las formas más radicales de discriminación y machismo. (ALI 2014). Eso no pasa solamente con el Coran, también la Biblia inspira y sustenta comportamientos culturales discriminatorios y simultáneamente ideas emancipadoras contra las estructuras sociales que mantienen la inequidad social.




Esto, que señalamos en las sociedades islámicas, es decir la existencia e imposición patriarcal de los valores de la sociedad machista, ocurre en muchos Estados donde sobreviven los modelos teocráticos de ejercicio del poder y la dominación política, que  si bien han sido superados jurídicamente en Europa y los demás paises cocidentales que se precian de democrátios, no debemos olvidar reinaron durante la milenaria edad media y solo hasta la revolución ilustrada del siglo XVIII y XIX iniciaron su retroceso,  pero  no podemos desconocer que estos valores machistas, aún no se superan en la cultura que rige la vida cotidiana,  y que en millones de  personas permanecen orientando comportamientos machistas, homofóbicos, discriminatorios todavía  arraigados en la profundidad de las conciencias y de la sociedad.


Desde que las luchas de las mujeres, en occidente, por sus derechos políticos y económicos, iniciada en el siglo XIX y luego la liberación femenina del siglo XX, lograron que las legislaciones fueran transformándose hasta reconocer en el derecho positivo la igualdad, se ha avanzado en occidente, pero, el machismo permanece en el ethos latinoamericano, como herencia de formas católicas  venidas desde el propio periodo colonial y ahora reforzada por religiosidades cristianas fundamentalistas actuales, que crecen fanaticamente en nuestros barrios y veredas vulnerando la libertad y el pensamiento critico que es esencial para la transformación social y la emancipación del ser humano. Estas ideas no solo reproducen el machismo, también contribuyen a mantener los modelos de sociedad explotadora neoliberal que hoy evade la  reconciliación ecológica, solo basta con recordar que desde que aquel mensaje fundador del génesis se orientó a occidente a la  explotación desmesurada de las personas y la  naturaleza  diciendo: "y los bendijo con estas palabras: «Sean fructíferos y multiplíquense; llenen la tierra y sométanla; dominen a los peces del mar y a las aves del cielo, y a todos los reptiles que se arrastran por el suelo.»





[1] Opúsculo escrito para las clases asignaturas de Humanidades: Sociología Jurídica, Epistemología para las Ciencias Sociales y Dinámica Sociocultural, dictadas en Derecho de la Universidad Cooperativa de Colombia, en marzo-abril 2020.