Los derechos de la mujer en las sociedades musulmanas y cristianas actuales:
Reflexiones sobre la tradición religiosa, la presión laica y la discriminación
En la cultura de la sociedad contemporánea hipertecnologizada
en un capitalismo globalizado controlado por el calculador sector financiero,
las tradiciones sobreviven, se recrean y se expresan en cada sociedad de forma
diferenciada. Los valores de la modernidad laica occidental se nos presentan
como fundamentales para el modelo democrático que señala el sueño ilustrado de
la libertad, la igualdad y la fraternidad, que debería acoger a todos los miembros
de la sociedad incluyendo, por su puesto, a la mujer. Pero evadiendo hacer una crítica a esta utopía ilustrada (por ejemplo la fraternidad con esto del neoliberalismo está prohibida por los discursos dominantes de ganancia desmesurada y crecimiento destructivo de naturaleza) es evidente que existen paradójicos valores heredados del pasado tradicional. Uno de esos atávicos
valores, que no han sido superados plenamente por las sociedades liberales
modernas es el patriarcalismo y su expresión más conspicua: el machismo.
Las sociedades modernas occidentales europeas y americanas
(incluidas las latinoamericanas) esencialmente cristianas (católicas,
protestantes, anglicana, ortodoxas) llegaron racional y revolucionariamente al un modelo de sociedad laica democrática liberal, pero existe con diferentes grados de reconocimiento
de los derechos y maduración de un Estado de Derecho que ha permitido una tenebrosa cohesión social, conservando privilegios e inequidades.
Uno de esos aspectos es la discriminación patriarcal de la
mujer. Y hay que recordar que estos avances de la modernidad racional laica son diferentes en
cada sociedad, y esto se vincula principalmente, aunque no únicamente, a la
religión, ella por sí misma importante herencia y patrimonio cultural, pero que muestra continuamente varios rostros luciferinos en iglesias fundamentalistas y sectas cristianas protestantes.
De otra parte, en las sociedades contemporáneas modernas
herederas de la tradición islámica que se extienden por Asia y África, el
proceso de separación del Estado de las iglesias, conocido como la laicización
de los Estados, se ha desarrollado de manera diferencial. No es lo mismo en
Turquía, oficialmente Estado laico al estilo europeo desde 1924, donde la
fe religiosa Islámica, en sus diferentes versiones, es superior al 98% (Datos
macro.com 2020) ,
a el caso de Arabia Saudita, donde la
adhesión a la religión Islámica también supera el 95 % de la población, pero dirigida
por una Monarquía Teocrática musulmana, que vulnera abiertamente los derechos.
Los monarcas
Sauditas, de orientación Sunita, imponen y cuidan rigurosamente que las normas patriarcales tradicionales religiosas que rigen la familia y la vida cotidiana se cumplan. recordemos que estableció
desde 1940 una policía religiosa coordinada desde el Comité para la Promoción de la Virtud y la Prevención del Vicio o Haia, que se dedica a hacer cumplir en
las calles la ley islámica, Sharia, relacionadas con las formas de vestir de la
mujer exigiendo la utilización de la Abaya o manto negro, la separación de
hombres y mujeres en espacios públicos, utilización de turbantes y barba en
hombres y hasta hace poco la prohibición a la mujer de manejar automóvil o del
uso de teléfonos con cámara, con el pretexto de proteger la dignidad de la
mujer.
Debemos mencionar que en países fundamentalistas islámicos
las medidas contra la libertad de la mujer y por su puesto contra cualquier
forma no tradicional musulmana de comportamiento humano, son muy fuertes. En
algunos caso, como Arabia Saudita o su rival revolucionario, la República Islámica de Iran, de
orientación Shiita, aún entendemos es muy fuerte la discriminación contra la mujer, mientras
que en otros la segregación oficialmente es más laxa, como en los casos del reino de
Marruecos, Egipto o de la República de Turquía, donde se han desarrollado
movimientos feministas que, a diferencia de occidente, buscan fundamentarse en luchas anticoloniales
y en interpretaciones jurídicas de los preceptos religiosos contenidos en El Corán,
que, paradójicamente, reconoce la igualdad entre hombres y mujeres, pero al
mismo tiempo da fundamento a las formas más radicales de discriminación y
machismo. (ALI 2014). Eso no pasa solamente con el Coran, también la Biblia inspira y sustenta comportamientos culturales discriminatorios y simultáneamente ideas emancipadoras contra las estructuras sociales que mantienen la inequidad social.
Esto, que señalamos en las sociedades islámicas, es decir la
existencia e imposición patriarcal de los valores de la sociedad machista, ocurre
en muchos Estados donde sobreviven los modelos teocráticos de ejercicio del
poder y la dominación política, que si
bien han sido superados jurídicamente en Europa y los demás paises cocidentales que se precian de democrátios, no debemos olvidar reinaron
durante la milenaria edad media y solo hasta la revolución ilustrada del siglo
XVIII y XIX iniciaron su retroceso, pero no podemos desconocer que estos valores machistas, aún no se superan en la cultura
que rige la vida cotidiana, y que en millones de personas permanecen orientando comportamientos machistas, homofóbicos, discriminatorios todavía arraigados en la profundidad de las conciencias y de la sociedad.
Desde que las luchas de las mujeres, en occidente, por sus
derechos políticos y económicos, iniciada en el siglo XIX y luego la liberación
femenina del siglo XX, lograron que las legislaciones fueran transformándose
hasta reconocer en el derecho positivo la igualdad, se ha avanzado en occidente,
pero, el machismo permanece en el ethos latinoamericano, como herencia de formas católicas venidas
desde el propio periodo colonial y ahora reforzada por religiosidades
cristianas fundamentalistas actuales, que crecen fanaticamente en nuestros barrios y veredas vulnerando la libertad y el pensamiento critico que es esencial para la transformación social y la emancipación del ser humano. Estas ideas no solo reproducen el machismo, también contribuyen a mantener los modelos de sociedad explotadora neoliberal que hoy evade la reconciliación ecológica, solo basta con recordar que desde que aquel mensaje fundador del génesis se orientó a occidente a la explotación desmesurada de las personas y la naturaleza diciendo: "y los bendijo con estas palabras: «Sean
fructíferos y multiplíquense; llenen la tierra y sométanla; dominen a los peces del mar y
a las aves del cielo, y a todos los reptiles que se arrastran por el suelo.»
[1] Opúsculo escrito
para las clases asignaturas de Humanidades: Sociología Jurídica, Epistemología para
las Ciencias Sociales y Dinámica Sociocultural, dictadas en Derecho de la
Universidad Cooperativa de Colombia, en marzo-abril 2020.
Realidad que se sigue manteniendo a pesar de muchas luchas de las mujeres y de algunos hombres. Transformar esa cultura patriarcal pasa por la transformación del pensamiento femenino -aún muy conservador-, y de comparación entre mujeres desde parámetros colonialistas.
ResponderBorrarSeguir la lucha para el presente y para el devenir en equidad de las futuras generaciones, es nuestra responsabilidad hoy como madres, maestras, mujeres en general.