¿Qué le pasó a la iglesia católica con el NO a la paz en Colombia?


Jerarquías católicas colombianas contribuyeron al NO en el plesbicito que negó la aprobación al acuerdo de paz



¿Qué le pasó a la iglesia católica o mejor a varios de sus poderosos jerarcas? Pues parece que se asustaron de la ventaja que eventualmente obtuvieran, con su iniciativa exaltada, los muchos líderes (pastores y pastoras) de las iglesias y sectas cristianas protestantes, que manipulaban el tema del género (diferencia sexual entre seres humanos y su compleja expresión social) para deslegitimar la propuesta moderna, de conseguir la equidad entre géneros.
Fue el temor a la iniciativa de las iglesias cristianas protestantes el que los hizo actuar dudando entre el SI y el NO; el miedo que a algunos jerarcas los tiene trasnochados: por cada barrio y vereda del país surgen en garajes templos improvisados en donde un pastor o pastora predica con delirio -acompañados de música y milagros- la salvación de las almas, hoy tan amenazada por el anticristo, el demonio de las mil cabezas que son las ideas modernas de la razón, los principios democráticos de la tolerancia, la libertad individual, la pluralidad cultural y los conceptos científicos de la física relativista o la evolución de la vida o el universo.
 Y es que, en esos garajes y patios, improvisadamente sacralizados, se les esfuman centenares, miles de feligreses católicos.
Así que salieron medrosamente, en esa compañía fanatizada, a atacar la “ideología de género”, que tantos pecados y perversiones debe estar sembrando en el mundo. Contra ella también luchan fanáticos cristianos en E. U. y musulmanes en los territorios del califato del terror, ISIS, pues debe ser, se deduce de la prédica de esas mentes acaloradas, una de las señales del apocalipsis.
Y así, con esa forma timorata de actuar los jerarcas católicos colombianos asustados (afortunadamente el Papa Francisco actuó en sentido contrario) sirvieron, seguro involuntariamente, a la mentira de los fanáticos de muchas de estas sectas cristianas protestantes o de algunas ultra católicas, que con el Uribismo coincidieron en utilizar las verdades a medias y las mentiras completas para asustar ciudadanos desprevenidos.
Según aquellos sectarios, en el acuerdo de paz estaba entronizándose una ideología perversa de género. Nunca reconocieron (o leyeron) que en el acuerdo la palabra género está vinculada a la tarea de incluir un enfoque diferenciado entre hombres y mujeres para beneficiar a estas últimas que son víctimas de la guerra, o a la la necesidad de establecer mecanismos para construir equidad entre hombres y mujeres o al reconocimiento de la pluralidad en preferencias sexuales que algunos seres humanos tienen derecho a expresar.
Ahora nos encontramos, con su divina ayuda, en la situación de ser el único país del mundo que niega un acuerdo de paz que terminaría una guerra que ha herido y enfermado a cinco generaciones, y todo esto para que, como ellos dicen, este “bello país no fuera irremediablemente poseído por el demonio” del comunismo castro chavista y por la ideología de género que destruye tradiciones, familias y propiedades.
La religiosidad intransigente en esta época de individualismos y despolitización mediática, es un tema a considerar seriamente si queremos construir una sociedad laica, donde el Estado democrático, con educación laica y científica y con libertades políticas y sociales, esté separado de las verdades insondables de la religión. Sin Estado laico y neutral en estos temas no será posible la democracia donde la libertad de creer o no sea garantizada. La paz depende de ello también, lo ha demostrado la historia humana.
A propósito, ¿cuantos días tardará Uribe, y sus socios en el No, en hacer propuestas claras para dar continuidad al proceso de paz? O es que la predican, la paz, pero no la quieren aplicar?.

DESCARTAR LA RELIGIÓN COMO FUENTE DE LA ETICA Y LA FELICIDAD PLANETARIA

Las religiones  todas han unido a las personas y separado las comunidades y los pueblos. Todas las religiones han conducido  en algún momento a la guerra y esto desafortunadamente ha ocurrido miles de veces en la historia humana. Es verdad que las religiones han contribuido a dar identidad y cohesión a los pueblos. También han formulado y perfeccionado las normas morales y de comportamiento de las personas ajustándolas a las particulares condiciones culturales de las sociedades humanas en todos los rincones del planeta, contribuyendo a la creación y consolidación de sus valores. Pero también los han separado, poniendo civilizaciones y pueblos unos contra otros, asegurando que su Dios o Dioses creadores y supremos jerarcas del universo, les conceden su protección divina en su lucha violenta contra el otro, al que hay que desposeer y dominar pues es el equivocado.
Guerra de Iraq. Soldados norteamericanos rezando antes del combate (foto AP)
 
Las luchas de unos pueblos contra otros, en defensa de sus respectivas interpretaciones religiosas y con Fe en el apoyo de sus dioses,  se han prolongado tanto tiempo que como resultado terminan consolidando odios y xenofobias milenarias. Hoy tenemos ejemplos dramáticos muy dolorosos: las guerras contra los terroristas de ISIS o los de los Talibanes o Alcaeda, que envueltos en la negra bandera de sus versiones obnubiladas del Islamismo, en Europa, África y Asia siegan la vida de centenares y desplazan a millones de personas inocentes. Y argumentan, estos yihadistas, para explicar sus agresiones la validez suprema de las leyes que supuestamente les entregó su Dios en un libro sagrado. Reivindican la violencia alegando que  sufren la agresión de lo laico occidental y cristiano, manipulando el recuerdo de las crueles cruzadas cristianas de la edad media hasta las agresiones culturales y económicas de occidente cristiano. Podríamos recordar también, que  las guerras religiosas en Europa ocupan siglos de su historia, protestantes contra católicos, católicos contra protestantes, con anécdotas insuperables en crueldad y arrogancia: desde hogueras para los herejes, hasta masacres con nombres de santos, figuran entre sus más conspicuas acciones. Persecuciones a Judios, a brujos y brujas, a herejes, a científicos son solo botones para la muestra.  Pero para que seguir mencionando si la lista es larga y triste de recordar.
La bandera
de ISIS dice: "no hay más dios que Alá" y en círculo: ""Mahoma es su profeta"
 Ahora bien, desde hace casi dos siglos la ciencia ha venido avanzando en el acercamiento a problemas que las religiones han resuelto tradicionalmente sin espacio a la duda. La ciencia moderna, observando, criticando y cambiando permanentemente, ha descubierto que los humanos somos herederos de una larga odisea evolutiva de la materia y la energía, proceso que no ha culminado, pero que nos  ha diferenciado de las otras especies vivas, dándonos la capacidad de razonar, de amar y de actuar. Dándonos, por consiguiente, la responsabilidad ética de pensar y actuar para entender y preservar  la vida en la tierra, a la que pertenecemos totalmente, y así aspirar a encontrar la felicidad colectiva.
La ciencia ha trazado ya las grandes líneas de un mapa de la larga historia del Universo, la tierra y la vida. Eso nos ha hecho conscientes de nuestro origen y nos permite hacernos grandes preguntas sobre la responsabilidad que recae en las manos del ser humano, no de sus Dioses y sus profetas. Entender que no le debemos todo, existencia, presente y futuro, a Dios alguno debería permitir reencontrarnos todos, los humanos, como hijos de la evolución, la misma que han recorrido todas las especies, proceso que ha tomado miles de millones de años, escala temporal difícil de comprender, pero evidenciada como complejo fenómeno natural, no como explicación cultural y religiosa.
Hoy sabemos que somos parte integral del todo planetario, que lo que hacemos, y me refiero a individuos, pueblos, Estados o cualquier poder político o modelo económico,  influye sobre los demás humanos y sobre la naturaleza. Ya entendemos que No dependemos de voluntades divinas, somos responsables por nosotros mismos como especie vinculada con las demás formas de vida en el entorno planetario. Lo que hagamos es nuestra decisión, no la de un Dios salvador o castigador.
Ahora, nos tenemos que preguntar por la posibilidad de superar y quizás abandonar, la idea tan arraigada de que la explicación que me da mi dios, mi religión o mi iglesia es la verdadera y la de los demás es la equivocada. Esos tiempos y esas actitudes pueden ser superados, la humanidad puede madurar. No digo que madurará, eso sería Fe. Y eso lo puede hacer la humanidad en las próximas generaciones porque ya existe una perfeccionable ética secular, que no requiere de normas inamovibles ideadas en cielos u otras moradas divinas. Podemos avanzar hacia una humanidad pacífica, defensora de la libertad y el pluralismo en los planos étnico, cultural, ideológico, sexual, etc.; una humanidad que se refunde en valores ya identificados que se establecen en el reconocimiento y respeto los derechos del otro y de los otros, en una naturaleza frágil de cuyas relaciones dependemos plenamente, con la cual tenemos responsabilidades vitales, superando los abrumadores modelos de consumo desmedido y enajenante movido por la desaforada carrera tras la ganancia egoísta, tras la ambición de un crecimiento  sin límite, cosa imposible en un planeta finito, de recursos escasos y relaciones naturales frágiles e interdependientes.
No digo que así será, no se trata de fantasear con una nueva profecía, la de la libertad y la felicidad. Digo que puede ser, dependerá de nuestra propia voluntad, somos libres de escoger. Ningún Dios ni ningún héroe nos salvarán, todo depende de nosotros los humanos.