Resurge la esperanza: si podemos superar las décadas y generaciones de violencia y transformar la sociedad radicalmente con movilización pacífica

La paz se ha hecho en Colombia  un bien negado por nuestra propia vacilación y desconfianza.  Ha sido asi a consecuencia de  una historia de conflictos de las más variada naturaleza, que partiendo de rebeliones contra las seculares arbitrariedades e injusticias fueron tomando el camino de la guerra difusa y degradada, hasta desembocar en interminables espirales sin fin de escarmientos y violencias, alimentadas abundantemente por los sórdidos dineros del narcotráfico.
Estos tiempos de guerra presente en la vida cotidiana, ha instalado en las mentes de muchos colombianos un prejuicio que venía frenando la movilización decisoria de la ciudadanía. A muchos las ideas arraigadas de que no es posible alcanzar la paz sin agravar la guerra, o de que terminar la violencia es casi imposible mientras que no se corrijan las injusticias, han terminado por inmovilizarlos ante la acción aplastante de los ardorosos entusiastas de la guerra y de los hiperlucrativos negocios globales que la acompañan.
La esperanza renace aún después de generaciones de guerra y violencia difusa
Ahora con motivo de la campaña presidencial, el candidato Antanas Mockus ha colocado en el escenario nacional el tema de la paz posible abandonando los atajos de la guerra y la violencia instalada en nuestra historia.  Mockus, en los debates con el candidato Petro del Polo Democrático, insiste en que no es justificable la violencia en la necesidad de la lucha contra las inequidades sociales; en que no existe necesariamente una conexión entre pobreza y guerra. Por el contrario hoy los señores de la guerra, léase multinacionales del la industria de las armas, acuden a donde fluyen los dineros y en Colombia los de dólares circulan por todos presupuestos.
La paz y la solución de los males de la exclusión y la inequidad es ahora una posibilidad cierta
Y esa concepción contraria por principio a la violencia, que se expresa en la enseña “La Vida es Sagrada” de la campaña del Partido Verde,  ha permitido dar base sólida a la esperanza que los colombianos podemos avanzar en la corrección de la ruta violenta que ha padecido la historia de Colombia. Es como hacerse consiente después de 200 años de vida republicana de un hecho que muchos seres humanos vivimos en algún instante del crecimiento: se deja atrás una etapa impulsiva y exaltada para buscar madurez y consistencia para intentar avanzar hacia la prosperidad y felicidad.
Ahora se hace posible y cercano profundizar en la implantación sólida de las bases para construir un país que lucha por su bienestar y prosperidad, a partir de la solidaridad humana, los valores humanistas de la paz y la resistencia pacífica. No se trata de negarse a cambiar el mundo radicalmente, por el contrario es quitar del camino el principal obstáculo a la movilización de los colombianos que es la guerra.
Se trata de trata de jugar socialmente para transformar la sociedad inequitativa e injusta a partir de una norma esencial: la vida es sagrada por lo que la violencia no se justifica. Será con creatividad y el talento en equipo, con la movilización ciudadana que abordaremos la transformación revolucionaria de la sociedad colombiana, dejando atrás la historia de atajos excluyentes, políticos clientelistas, guerras interminables y corrupción destructiva.