Un siglo de solidaridad y ayuda muta

Vivimos una época con dos modelos o concepciones de sociedad y de desarrollo contrapuestas: una orientada por la competencia desaforada, establecida como ley de mercado, en que predomina el individualismo, el afán de lucro y el consumo por apariencia, y moda superficial; la otra, que lucha por sobrevivir en los espacios locales y comunitarios, insiste en entender la sociedad como un espacio de solidaridad, encuentro de diferentes, donde es posible el apoyo mutuo y pensar en una vida que pueda ser feliz .
Como el primer modelo, el del fashion y la superficialidad, ha venido prevaleciendo,  se ha creado un escenario global en que se hacen visibles los  efectos más negativos de su estilo, seductoramente luminoso, pero de  consumismo desaforado: son las crisis económicas, impulsadas por el espejismo de la especulación financiera, lo es también el desempleo, que crece en Europa y EU, lo son los cambios climáticos catastróficos y la destrucción ambiental.
Las Asociaciones Mutuales, encierran una potencialidad que permitiría recuperar espacios a lo solidario, a la comunidad y a la libertad con dimensión social, para resolver autogestionariamente, entre otros problemas con la salud y la seguridad social que ha sido víctima del modelo de competencia y afán de lucro.
Encontramos una en Bogotá: la Asociación Mutual de Integración familiar, AMIFA, que ha cumplido cien años, guardando sus valores solidarios celosamente, dejando constancia, de puño y letra de sus líderes, de esa lucha centenaria en 32 gruesos y polvorientos libros de actas de asambleas, juntas y comités, de testamentos y afiliados. Pocas organizaciones sociales consiguen disciplinadamente guardar ese testimonio; dándonos así la oportunidad de conocer sus problemas, sus discusiones, sus aciertos y decepciones; al final de cuentas sus soluciones construidas solidariamente a problemas de ciudadanos y ciudadanas del pueblo bogotano, que con sus familias dejan esta herencia, que esperamos cumplan otro siglo. 
Video: Centenario de AMIFA y las mutuales en el desarrollo local

Rebusque en Bogotá

Disminuye el desempleo en Colombia, pero más de 12,5 millones de trabajadores son informales es decir una tasa superior al del 50% . Y cerca de dos tercios ganan menos de un salario mínimo. Puro trabajo precario de la peor calidad.
Pero la creatividad popular para rebuscar el diario vivir se manifiesta todos los días en nuestras ciudades. Fotografía tomada en antiguo y deteriorado barrio Las Cruces de Bogotá, a cinco calles del palacio presidencial:
rebusque en Bogotá

HIP HOP CONSTRUYENDO IDENTIDADES JUVENILES URBANAS EN EL MUNDO GLOBALIZADO .


Notas de clase que pueden servir para orientar a generaciones extraviadas
por el veloz tránsito de la globalización y el mercado cultural

Historia de un movimiento cultural juvenil contestatario
El Hip Hop tuvo su momento de emergencia en los ambientes de las comunidades principalmente negras y en algunas latinas de New York de los años 60 y 70 del siglo XX, expandiéndose por las redes globales del mercado de la industria cultural, “pegando” en donde se repite el marginamiento de cualquier color y clase.
El arte y cultura hip-hop permitió visibilizar globalmente, lo invisible, lo que yacía latente en el espacio local de las barriadas populares de muchas ciudades de todo el mundo. La pobreza y marginalidad urbanas es una punzante realidad humana que se expresa en casi todas las sociedades contemporáneas, claro, acentuada por el capitalismo, con sus oleadas de globalización. Fue en esos escenarios donde el estilo Hip-hop encontró terreno, en el que arraigó, desarrollando con creatividad sus propias formas y características.
Podemos decir que el Hip-hop, desde lo local, desafía la sociedad oficial con producción artística no institucionalizada, provocadora, contestataria y juvenil. Es una clase de creación artística multimedia, que desde el ocio crea una estética desafiante a generaciones adultas asombradas y aturdidas por las velocidades actuales. Pero los espacios y tiempos de los excluidos globales del barrio son percibidos como peligrosos y violentos, por lo que esta estética es, al tiempo, que temida por las instituciones más autoritarias, asimilada por el mercado de la cultura, que ofrece oportunidades de reconocimiento y ascenso a las más creativos artística y comercialmente.
partes de un total creativo

Break-Dance en el centro de Bogotá     

Cuatro elementos principales se desatan en este movimiento cultural de las últimas décadas del siglo XX, y en efervescencia en el XXI: primero: el (los) creador(es) de la música que es el DJ mezclador, en busca permanente del beat , latido,  justo; paralelo está el segundo actor: el Maestro de Ceremonias, MC, el Rapero, el productor de liricas de poseía improvisada y fraseada, continente del discurso irreverente y del llamado al goce; el tercer elemento es la danza, Break-dance, ritualización de combate entre pandillas, conocidas como parches. Esta danza ha permitido ocupar el espacio y expandir el control sobre el cuerpo, al tiempo que escenificar la lucha, con triunfadores, pero si sangre. El Graffiti, es el cuarto elemento, que ha hecho hablar las paredes de las ciudades con su plástica y grafía características, dando color a la ciudad y dejando atrás la vieja cultura establecida, que prohíbe con sangre que el muro hable trayendo a la extinción al viejo adagio que dice: “la pared y la muralla, el papel del canalla” (en muchas ciudades conocemos crónicas sobre la muerte de graffiteros por autoridades intolerantes o grupos de “limpieza social”).
Por su puesto en esta época del capitalismo posindustrial o globalizado, este movimiento cultural, Hip Hop, que fusionan las más variadas musas del arte (desde las tradicionales música, poesía y pintura, pasando por la danza, para incluir las tiras cómicas, el cine, el diseño virtual, etc.) se sostiene en equilibrio inestable, entre los circuitos multimillonarios del comercio global cultural y las expresiones y luchas tras la identidad de jóvenes de los barrios populares y marginados.
Y en bogotá fría también

Bogotá, no es la ciudad excepción, este movimiento cultural, se expresa con gran riqueza entre los jóvenes de los barrios populares alcanzando niveles tales de consolidación tales que se han realizado quince Festivales Distritales, que en realidad son una explosión creativa de los hoppers de la ciudad, apropiándose, con multitudes, de espacios metropolitanos enormes como son el Parque Simón Bolívar o la Media torta.
 Por lo demás en grises paredes las frías calles bogotanas se ven murales tan creativos (y costosos para las frágiles economías de los graffiteros), que traen a la mente comentarios como “una lástima que estén en espacios efímeros”, pero ni modo, estamos en la sociedad de lo efímero y la incertidumbre!.En ese sentido es de resaltar, y de paso agradecer la acogida a mis estudiantes de sociología del arte de la Universidad Cooperativa, por el Museo Bogotá en la exposición titulada “Cuerpo, Calle y Patrimonio', homenaje al Hip Hop bogotano” donde se presentó espléndidamente la historia y desarrollos de este movimiento de la cultural juvenil ha tenido en Bogotá desde los años setenta.

un ejemplo para verlos (as) y oirlos (as):