En colombia: EXISTE ALTERNATIVA: UNIR FUERZAS POR EL ACUERDO HUMANITARIO

Un grupo de colombianos hasta ahora desconocidos, creó hace pocos días, seguramente de buena voluntad, una comunidad virtual para rechazar a las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) sumando miles de personas sensibles mediante el poder de convocatoria del Internet, iniciativa que en pocos días consiguió cristalizar una propuesta para realizar una manifestación pública en muchas ciudades del mundo el próximo cuatro de febrero contra las FARC.

A esta iniciativa, que hay que calificar de incompleta o parcial, se le puede saludar positivamente porque es la expresión de un sentimiento real de quienes nos aterramos de lo despiadado de las condiciones del secuestro que destroza las vidas de sus victimas, pero para tomar una decisión de apoyarla o no es necesario considerar los siguientes aspectos con el propósito de arrojar luces a este complejo momento histórico de Colombia:

1. Definitivamente los procedimientos conque las FARC hacen política son macabros, violan todos los derechos humanos más esenciales y por ello tienen conmovidos a millones en Colombia y en el exterior, por su frialdad inhumana y despiadada.
2. Pero el gobierno del presidente Uribe se ha portado con una arrogancia y terquedad tal que crea las condiciones para que las FARC se ratifiquen en su estilo también intransigente y despiadado. Como el gobierno estableció como punto "inamovible" el no despejar de fuerzas militares y policiales los dos municipios en que la guerrilla declara que está dispuesta a reunirse con delegados del Estado para acordar el intercambio humanitario de secuestrados por presos de las guerrilla, la suerte de los secuestrados queda a la deriva. Ni la guerrilla cede en su exigencia del despeje de esos municipios y ni el gobierno da un paso atrás en negar esa posibilidad. Así llevamos cuatro años y los ciudadanos secuestrados simplemente se convierten en un referente frío para las demostraciones de pavos arrogantes de los políticos llamados democráticos del gobierno y de los políticos autoreinvidicados revolucionarios de la guerrilla.
3. Ahora a esto se suma que la liberación que unilateralmente la guerrilla hizo de las dos secuestradas que inundan la prensa de las últimas semanas fue mediada por el presidente Venezolano Chávez, que con este pretexto adelanta un agrio enfrentamiento mediatico con el presidente Colombiano, al que le exige inoportunamente que retire a la guerrilla de las lista imperiales de terroristas, condición que el cree necesaria para cualquier proceso de paz.
4. Uribe, ciertamente tiene un rabo de paja en sus antiguas relaciones con el paramilitarismo contrainsurgente de extrema derecha, criatura macabra de fabricación de la mafia narco, muchos terratenientes ganaderos y grandes sectores de las fuerzas militares y el Estado, que desde los años ochenta decidieron adelantar una guerra sucia contra todo lo que les sonara social, y que dejó miles de muertos y desplazados internos en los últimos cinco lustros de la paradójica historia colombiana.
5. La guerrilla insurgente nacida en la lucha contra las injusticias ancestrales de la sociedad colombiana, luego de casi medio siglo ha terminado financiando su acción militar y política con el narcotráfico y el secuestro. Esto en una prueba, como lo sostenemos tantos luchadores sociales humanistas sobrevivientes de genocidios políticos, de que los objetivos sociales de justicia no se pueden alcanzar utilizando los medios del terror y la violencia inhumana.
6. La guerrilla hace política con el terror, y el gobierno hace política dándole la espalda al dolor. Y los dos lo hacen a plena conciencia guiados por el frío cálculo político: la guerrilla para recuperar y ganar espacio político en Colombia y en el exterior, ante la avalancha de guerra del plan Colombia financiado desde E.U. Y el gobierno lo hace para ratificar su dureza y resentimiento que espera lo lleve a derrotar militarmente a la guerrilla.

Está bien rechazar el secuestro y la forma de actuar terrorista de la guerrilla. Pero, pregunto, ¿sería para respaldar al gobierno de Uribe en su desidia calculada contra las victimas del secuestro? No puede ser así. En Colombia también existen campañas menos efectistas pero más humanas que exigen al gobierno y a la guerrilla llegar de inmediato a un acuerdo humanitario para liberar a los secuestrados. A los dos sectores se les debe exigir y de hecho al gobierno más, si quiere demostrar su carácter democrático: si un grupo ilegal secuestra, el gobierno no se puede negar con pretextos tácticos en la práctica a liberar estos ciudadanos y ciudadanas victimizadas por el horror, pues se hace su cómplice en el método y en la insensatez.